viernes, 23 de octubre de 2015

¿Qué es la verdad? ¿Existe la verdad absoluta?


Para la gran mayoría de los filósofos y científicos contemporáneos la verdad es una propiedad de las oraciones: si lo que dice la oración corresponde con el mundo entonces es verdadera. Esto se conoce como la teoría de la verdad de la correspondencia, y es casi universalmente aceptada. Lo que la verdad significa, por lo tanto, no es algo tan místico ni raro cómo parece o como algunos dan a parecer. 

Para comenzar, como con todo problema filosófico, antes de discutir sobre algo, hay que preguntar qué es ese algo, tratar de caracterizarlo con toda precisión, y una vez que se ha enmarcado el problema, ya podemos preguntarnos lo correspondiente sobre aquello que hemos caracterizado. De otra manera estamos dando vueltas lingüísticas sin dirección alguna, en lugar de hacer filosofía. Entonces, definiendo el concepto de verdad, podemos decir que la verdad no es una entidad abstracta sino una propiedad de ciertas entidades, por lo que no podemos hablar de "la" verdad. Dado que la verdad es una propiedad que poseen ciertas entidades, se da por hecho que hay entidades que pueden tener la propiedad de «ser verdad» y entidades que son incapaces de tener esa propiedad. Las únicas entidades que pueden ser verdaderas (por lo menos en el lenguaje objeto) son las oraciones. Y regresando a lo primero, una oración es verdadera si lo que dice concuerda con cómo es la realidad, y falsa si no concuerda. Por ejemplo, la oración «mi paciente es femenino» es verdadera si y sólo si de hecho el sujeto al que llamo «mi paciente» es femenino. Aquí es de gran importancia destacar (y comprender) que la verdad de la oración es exclusivamente dependiente de cómo es la realidad y totalmente independiente de cómo percibo la realidad o cómo lo percibe alguien más o incluso si alguien la percibe. Esta es la definición estándar de verdad con la que trabajan tanto filósofos como científicos.

Ahora, una vez que delimitamos el concepto, abandonamos toda falacia de ambigüedad y podemos proseguir con el discurso. Queda entonces que:

1. La verdad es simplemente una propiedad de las oraciones (o de las creencias que se pueden expresar por medio de oraciones), y por lo tanto algunas oraciones son verdaderas y otras son falsas.

2. «La Verdad» como entidad es imposible de definir como el conjunto de todas las oraciones verdaderas. Por razones técnicas de teoría de conjuntos, planteadas por Russell en 1902, es relativamente fácil demostrar que semejante conjunto no existe. Por lo tanto, no tiene sentido preguntarse por «La Verdad», sino que hay que preguntarse únicamente por las oraciones verdaderas.

3. Hay tres cuestiones sobre la verdad que probablemente nos confundan: sobre si existe una verdad universal, sobre si existe una verdad objetiva, y la que creo más nos importa, sobre si existe una verdad absoluta. Sabremos pronto que no es lo mismo (y que sí existen).


  • Se puede preguntar si cualquier oración es verdadera para todos o es falsa para todos. Esto no es una pregunta sobre el valor absoluto de la verdad sino sobre el valor universal de la verdad, cuyo opuesto será lo particular. Pero creo con sinceridad que nadie cree que cualquier oración verdadera es universalmente verdadera. Por ejemplo, si yo digo «Yo me llamo Rafael» la oración es verdadera, pero nadie cree que «Yo me llamo Rafael» es verdadera para cualquiera que la pronuncie (por otro lado es importante notar que la oración «el que escribió esta oración se llama Rafael» es verdadera para todos, aunque sólo sepan que mi primer nombre es Zahim o no tengan idea de cómo me llamo, porque lo que determina si la oración es verdadera o falsa es cómo es el mundo, no si alguien lo cree o lo sabe u opina diferente), por lo tanto lo interesante es preguntar si hay alguna oración cuya verdad sea universal.

  • Podemos preguntarnos si cualquier oración es verdadera independientemente de las prioridades o creencias de quien pronuncia la oración. Pero esta no sería una pregunta sobre lo absoluto de la verdad sino sobre lo objetivo de la verdad, cuyo opuesto será lo subjetivo. Pero creo con sinceridad que nadie cree que cualquier oración verdadera es objetivamente verdadera. Por ejemplo, si yo digo «Las películas de Tarkovski son muy aburridas», nadie creería que dicha oración puede ser verdadera independientemente de mis gustos. Lo interesante es preguntar si hay alguna oración cuya verdad sea objetiva.

  • Podemos preguntarnos si cualquier oración verdadera es verdadera independientemente de cualquier circunstancia en la que se pronuncie. Esto sí, por fin, es una pregunta sobre lo absoluto de la verdad, y cuyo opuesto será lo relativo. Pero, de nuevo, creo que nadie podría creer que cualquier oración es absoluta. Por ejemplo, la oración «hoy está nublado» puede ser verdadera o falsa en dependencia al calendario gregoriano, el estado metereológico y a las condiciones climáticas en que se pronuncie. Lo interesante entonces es preguntar si hay alguna oración cuya verdad sea absoluta.

4. Cada rama de la filosofía presenta características que pueden hacer diferentes las respuestas a cada una de estas preguntas. ¿Hay juicios estéticos que sean universales? ¿objetivos? ¿absolutos? ¿Hay juicios morales que sean universales? ¿objetivos? ¿absolutos? ¿Hay juicios científicos que sean universales? ¿objetivos? ¿absolutos? Cada una de estas preguntas exige argumentos distintos, a veces muy complejos. Pero la respuesta corta que abordamos en esta entrada es sí, sí existen las verdades objetivas, las verdades universales y, por supuesto, las verdades absolutas.

Claro que hay proposiciones cuyo valor de verdad cambia con el tiempo, es decir son relativas al momento en que se dicen, pero es igualmente fácil desrelativizarlas: «Hoy es sábado» es verdadera en este momento y mañana falsa. Pero en este momento es absoluta y universalmente verdadera que es sábado aquí, en la ciudad de México. También es verdad que existen proposiciones cuyo valor de verdad es irrefutable, por lo tanto permanentemente absoluto, y el ejemplo más claro de esto y que tenemos ante nuestras narices es la evolución por selección natural (que incluso ha sido probada científica, matemática y filosóficamente), la cual ocurre necesariamente y, por lo tanto, fue verdadera desde antes de Darwin y lo seguirá siendo hasta que la última célula en el universo se replique.

Con demasiada frecuencia la gente dice que la verdad es relativa porque no les gusta equivocarse. Prefieren decir la muletilla de «es verdadero para mí», o «eso sólo es verdadero para ti» en lugar de aceptar que pueden estar equivocados. Para colmo a algunos les gusta decir que la verdad es «muy» relativa, lo cual ni siquiera es inteligible. Los peores, sin embargo, son aquellos que hablan de manera mística sobre la verdad diciendo cosas como que es algo inaccesible para los humanos o haciendo analogías como que depende de los cristales con que se mire una cosa, y disparates por el estilo. La verdad es que una oración puede ser absoluta o relativa, pero no estar a medias. Y si fuéramos un poco más observadores nos daríamos cuenta que hay una enorme cantidad de verdades absolutas en el mundo, sobre todo ofrecidas por la ciencia y la filosofía, y nos daríamos cuenta también de que unas pocas de ellas son tan ciertas y su evidencia es tan abrumadora que, intentar negarlas, ya no sería trabajar dentro de lo racional, sino dentro de la pseudociencia y de la mala (muy mala) filosofía. 

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