martes, 5 de mayo de 2015

¿Fisioterapia como tratamiento para pie plano?


El pie plano es un trastorno generalmente pediátrico caracterizado por un aumento de la huella plantar (lo que implicaría una disminución del arco medial) que se evidencia fácilmente con el uso de podoscopio, fotopodograma, o por la simple huella que deja el pie en una superficie plana (yo he llegado a utilizar solamente talco y una cartulina). El pie plano se clasifica, principalmente, en pie plano rígido y pie plano flexible. En el primero, el arco plantar se mantiene en constante rigidez (ya sea en pronación, supinación, sedestación o bipedestación) y la deformidad en valgo hace que se pierda el apoyo astragalino manteniéndose el tobillo pronado; en el segundo, que es aquel que nos incumbe, el arco longitudinal del pie se ausenta durante la carga y se corrige cuando el examinador hiperextiende el primer ortejo (Test de Jack/Efecto windlass).


Un pie anormal plano

En algunas ocasiones, el pie plano se presenta junto con valgo de tobillo, unas veces leve y otras veces severo. En cuanto a los factores de riesgo, podemos agruparlos en cuatro subgrupos principales: neurológicos (por ejemplo, parálisis cerebral), muscular (distrofia muscular o atrofia), genética (osteogénesis imperfecta, Marfán) y aquellos relacionados con el colágeno (Ehlers Danlos el más común de todos). Sin embargo, este fenómeno se presenta muchísimas veces en individuos sanos exentos de patologías neuromusculoesqueléticas. De hecho, se describe que la gran mayoría de infantes menores a 6 años tienen pie plano flexible y que su arco plantar ha de desarrollarse naturalmente durante la primer década de vida  (Dare, 2014).


Además de los instrumentos ortopédicos que suelen prescribirse para su tratamiento (como órtesis o plantillas), en el ámbito de la fisioterapia existen una serie de ejercicios (de los que poco se sabe pero que todos conocen) llamados Ejercicios de Risser, los cuales tienen como objetivo el fortalecimiento de los músculos del pie que, en teoría, favorecen la formación del arco plantar. Estos ejercicios consisten básicamente en caminar de puntas, talones e inversión, así como tomar, sujetar, transportar y manipular objetos con los ortejos. Durante largo tiempo intenté buscar evidencia sobre la efectividad de las herramientas terapéuticas para la corrección del arco plantar, sin éxito. Al principio me era sorprendente e incluso indignante la poca (o nula) investigación al respecto, sin embargo de aquí a un tiempo comprendí que, en la mayoría de los casos, el intentar corregir el arco plantar era una pérdida de tiempo.

Ejercicio para corregir el arco plantar



¿Por qué? Pues porque en la mayoría de los casos el pie plano no requiere tratamiento (Dare, 2014), ya que este fenómeno corresponde a una condición anatómica transitoria que suele resolverse espontáneamente y que no simboliza estadísticamente una incidencia de dolor ni limitación funcional mayor respecto a aquellos niños con un arco plantar desarrollado. Si bien el uso de plantillas, órtesis o calzado especial no ha demostrado en ningún sentido ser útil en la formación del arco (MacKenzie, 2012), tampoco así la fisioterapia parece demostrarlo. Lamentablemente, muchas disciplinas sanitarias, incluyendo la Fisioterapia, están todavía bajo el dominio clínico (muchas veces inconsciente) de un modelo estructuralista ya obsoleto: el modelo biomédico.

Investigaciones recientes han demostrado que la posición del pie y la postura, no afectan de ningún modo a estructuras aledañas como lo es la rodilla o la cadera (Ntousis, 2013; Lederman, 2010); también, se sabe que el dolor no corresponde siempre al estado de la estructura (Moseley, 2011), y que generalmente el tejido musculoesquéletico es víctima del dolor, no el culpable. Sus estragos por lo tanto no son la causa, sino la consecuencia. Y que en resumen, no hay motivos para querer arreglar algo que no sólo no causa daño a nadie, sino que además se soluciona solo.

¿Mucho mejor?
En mi opinión, considero que como profesionales de la salud, no debemos limitarnos únicamente a evitar el uso desmedido de dispositivos que la mayoría de las veces solamente incomodan y frustran a los niños, sino también, debemos evitar que los padres de aquellos consuman un gasto económico innecesario; esto, mediante la emisión informativa veraz, honesta y genuina. Tales actitudes no sólo generarán una ganancia de tiempo para nosotros, sino que además brindarán un incremento en la credibilidad y la dignificación profesional.

Y todos ganamos.


Referencias:

1. MacKenzie, J, Rome K & Evans A (2014) The efficacy of nonsurgical interventions for pediatric flexible flat foot: a critical review. Curt Opin Pediatr. 26(1):93-100.


2. Evans, A & Rome K (2012) A Cochrane review of the evidence for non-surgical interventions for flexible pediatric flat feet. J pediatric Orthop. 32(8):830-4


3. Dare D & Dodwell E (2014) Pediatric flatfoot: cause, epidemiology, assessment, and treatment. Curr Opin Pediatr. 26(1):93-100


4. Ntoisis N, Mandalidis D, et al (2013) EMG activation of trunk and upper limb muscles following experimentally-induced overpronation and oversupination of the feet in quiet standing. Gait Posture.7(2):190-4

5. Moseley L & Butler D. (2003) Explain Pain. Adelaide: Noigroup Publications.


6. Lederman, E. (2010) The fall of the postural–structural–biomechanical model in manual and physical therapies: Exemplified by lower back pain. CPDO Online Journal.

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