La asociación internacional
para el estudio de dolor (IASP) define al dolor como “una experiencia sensitiva
y emocional no placentera asociada con daño tisular real o potencial o descrito
en términos de tal daño” (1986). René
Descartes en el siglo XVI fue quien por vez prístina explicó la neurociencia del
dolor; para el francés, todo dolor se genera en los tejidos y se conduce hasta
el cerebro, lugar donde se produce su transición a la consciencia. Descartes,
sin embargo, estaba equivocado. Los que siguen pensando como él, también (Goicoechea, 2012).
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La "vía del dolor" |
Charles Sherrington, en 1906,
describió por primera vez lo que a día de hoy conocemos como nociceptores, neuronas que
definió como terminaciones nerviosas capaces de responder a todos aquellos estímulos potencialmente
dañinos mediante el envío de señales nerviosas a la médula espinal y el
cerebro. El novedoso hallazgo del investigador británico, curiosamente, sirvió para reforzar la teoría cartesiana
en vez de anularla.
El principio cartesiano del
origen del dolor está presente en las teorías oficiales no sólo de la sociedad
sino también de profesionales sanitarios. En la clínica actual es común
escuchar términos como “estímulos dolorosos”, “receptores de dolor”,
“modulación espinal de dolor” y demás locuciones cartesianas. Algunos
fisioterapeutas hablan de cosas como “dolor muscular”, “puntos gatillo”, “dolor
articular” y otros términos radicalmente alejados de la neurofisiología real
del dolor.
Lo que actualmente se sabe,
es que las terminaciones nerviosas nociceptivas no detectan dolor sino señales
de daño, es decir, de peligro. El músculo no duele, el hueso tampoco, ni la
articulación ni el ligamento, y a contrario de lo que se piensa, tampoco duele el cerebro. Si bien los nociceptores detectan las señales de daño, y a partir del cerebro es donde surgen conexiones
a otras áreas en las que se completa la percepción con toques afectivos,
interpretativos, motores, atencionales y conductuales, el dolor es resultado de la activación conjunta
de todo ello, que sumándole la misteriosa proyección en la pantalla de la conciencia, da lugar a
lo que describimos privadamente como dolor (Goicoechea, 2011). Para Lorimer Moseley el dolor no
indica lo que está pasando en el cuerpo, sino lo que el cerebro piensa que está
pasando en él. Personalmente, yo diría que indica ambas cosas.
No obstante, las pruebas de que el «dolor
no es igual a daño» son copiosas, y las pruebas más sólidas están en los
hallazgos imagenológicos: degeneración espinal indolora (Brinkjikji, 2014), discordancias
entre el dolor y la severidad en pacientes con gonartrosis (Finan, 2013),
sujetos asintomáticos con presencia de pinzamiento subacromial, artrosis y hernias
discales (Girish, 2011; Guermazi, 2012; Nakashima, 2015).
Se sabe que la nocicepción no
es necesaria ni suficiente para provocar dolor (Guo, 2014), que el dolor no es
un estímulo sino una percepción, una respuesta, y que el cerebro el 100% de las veces decide si
algo debe doler o no (Moseley, 2011; Moseley, 2015), que el dolor está más asociado con la
conducta, la memoria, los miedos y la cultura, que con el daño; que el dolor tiene que ver más con la cronicidad que con el estado
del tejido (Rio, 2013) y que la plasticidad cerebral es la forma en que nuestro
sistema nervioso codifica todas estas experiencias (Pelletier, 2015), llegando
incluso a modificar nuestra expresión genética (Álvarado, 2015), pero buscar el dolor en un lugar es un error, un cartesianismo (independientemente de donde lo ubiquemos).
Hipócrates en el 460 A.C. ya
aseguraba que el cerebro —y nada más que el cerebro— dolía. En la
actualidad aún hay quienes quitan dolor muscular, pero están renaciendo los sanitarios hipocráticos que son, a su modo, dualistas cartesianos.
El neurofisiólogo Arturo Goicoechea lo ha dicho: Descartes está vivo, y lamentablemente su muerte se encuentra, de momento, descartada.
El neurofisiólogo Arturo Goicoechea lo ha dicho: Descartes está vivo, y lamentablemente su muerte se encuentra, de momento, descartada.
Referencias:
1.Finan (2013) Discordance between pain and radiographic severity in knee osteoarthritis: findings from quantitative sensory testing of central sensitization. Arthritis Rheum. 65(2):363-72
2. Moseley L & Butler D. (2003) Explain Pain. Adelaide: Noigroup Publications.
3. https://arturogoicoechea.wordpress.com
4. Guo (2014) Do Nociceptors and Nociception. Solely Imply Noxious Stimuli? Journal of Anesthesia & Critical Care: Open Access. 1(1): 00001
5. Girish (2011) Ultrasound of the Shoulder: Asymptomatic Findings in Men. AJR. 197.
6. Guermazi (2012)Prevalence of abnormalities in knees detected by MRI in adults without knee osteoarthritis: population based observational study. BMJ 345:E5393.
7. Nakashima H (2015) Abnormal Findings on Magnetic Resonance Images of the Cervical Spines in 1211
Asymptomatic Subjects.Spine 40(6):392-398.
8. Brinkjikji (2014) Systematic Literature Review of Imaging Features of Spinal Degeneration in Asymptomatic Populations. Spine.
9. International Association for the Study of Pain. Classification of Chronic Pain: Descriptions of Chronic Pain Syndromes and Definition of Pain Terms. Pain 1986; (Suppl): 1-222
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